Saturday, January 18, 2020

Lo que aconteció en la panadería

¡Hola, chicos! ¿Qué tal están? Espero que bien. Pues, yo, uff.. estoy un poco mareado ahorita 😵, no sé la razón por qué estoy así.. pero aquí estoy en mi recamára, frente a mi humilde computadora, jajaja! escribiéndoles este blog, ooobvio!! 😆sin haber comido tanto almuerzo (solo unos panecillos que tenían dulce de leche como relleno, y té comercial con sabor a manzanas congeladito, pues casi nunca bebo los tés "en polvo" (los que vienen en bolsitas). No me gusta mucho tomarlos, ni siquiera si está calentito! 😞 Y cuéntenme ¿ustedes beben té en bolsitas?
Bueno, pues! De todos modos, ahora quiero contarles una experiencia muy, muy graciosa que tuve hace unos días. Un día, después haber levantado y cepillado los dientes, decidí con brusquedad ir a conseguir unos panecillos deliciosos. Los hay en una panadería muy cercana, a solo pocos metros de mi hogar! Ya que me gusta andar, la idea de ir a pie allá para conseguir pan me entusiasmaba mucho. Aunque yo todavía estaba en casa, mi mente ya se había llenado de imágenes de los panes y pasteles que seguramente había allà. ¡Qué ilusión! Unos instantes después, ya estaba listo para salir a la tienda de panes. No despedí de nadie porque parecía que todos en casa se ocupaban con algo. Entonces yo salí solito. 😦
En el camino encontré solo muy pocas personas yendo y viniendo. Los vehículos yo los podía contar fácilmente, porque apenas había pocos allí transitando. No me atrevía llamar ninguno porque como he dicho prefiero ir a pie a ir en un transporte. En mi opinión ir a pie es más saludable que montar en un coche por ejemplo; ayuda a quemar grasas y no desprende gases nocivos para el planeta.👍 Además yo quiero ahorrar dinero para tener algo que gastar en el tiempo futuro. Infelizmente, aunque soy el tipo de persona que ahorra dinero, a veces tiendo a gastar mucho especialmente para las comidas sabrosas en los restaurantes o centros comerciales. Sí yo sé que no debería hacerlo. ¡Es que estas cosas son irresistibles! (incluso ustedes van a concordar conmigo). Ahora hablar de estas cosas me da hambre... Sin embargo, no me tengo que preocupar porque hace poco salí al comedor a tomar unas meriendas y un vaso de jugo de fruta. Ahora sigo en mi recámara, hablando con ustedes mis queridos lectores. Jaja! Parece que ya me están acabando las palabras para decir. Dejemos este tema y pasamos a la anécdota graciosa la que dije contarles en este post.
Vale, no sé si simplemente  era olvidón o tenía mucha prisa en aquel día. ¡Pero lo que sucedió fue muy gracioso, y a la vez vergonzoso! 😖Llegué a la panadería como alguien normal. Me puso a mirar los escaparates para ver qué se venden en aquel día. Sí, ¡hay una gran variedad de panes y pasteles expuestos allí para todo el mundo comprar y gozar! No obstante, por más que quisiera, yo no pedí todos que estaban allá. Solo escogí dos tipos de pan, y un pastel. La etiqueta de precio decía que los panes eran más baratos que los pasteles. ¡Claro! Es porque los pasteles son más elaborados que los sencillos panecillos. Requieren de muchas habilidades de parte del panadero. La hora eran las seis y media, bastante temprano, ¿verdad? Sí, es que ahora suelo despertarme a esa hora todos los días, contrastando con el pasado en que me despertaba más tarde, entre las ocho y las  diez de la mañana, incluso antes me despertaba al mediodía. Bueno, la dependienta de la panadería ya supo de mi pedido, lo tomó y lo metió en la bolsa de papel marrón (por qué no la bolsa de plástico? porque el plástico dura muchos años para descomponerse, mientras que la bolsa de papel descompone mucho más rápido y es más seguro para la naturaleza). Ya se había formado una cola no muy larga con tres personas detrás de mí, todos ansiosos para comprar. Pero, ¡qué pena! Tenían que esperar su turno porque así es la manera educada de comportar en lugares públicos. Me fijé en mi reloj de pulsera y vi que ya eran las siete menos veinticinco (o las seis treinta y cinco). Ya transcurrió cinco minutos, yo ya estaba esperando en la fila durante cinco minutos, y todavía no estaba la bolsa con mi pedido en mis manos. 😠 Esperé un par de minutos más, y por fin aquí venía una de las asistentes trayendo mi pedido. Ella dijo que costaba treinta y cinco pesos filipinos. Yo saqué mi billetera... ¡ay! ¿Pero que había dentro? Unas tarjetas, unas fotos de mi y mi familia, un frasco pequeño de perfume, unas monedas, y ¡ningún billete de dinero! ¡Madre santísima! ¿Qué haré yo ahora? ¡No podía pagar por mi pedido ahora, y me estoy muriendo de hambre ya! La chica me miraba con una cara de pregunta. Finalmente me dijo que si había algún problema. Yo le contesté que sí... que no tenía dinero lo suficiente para pagar los tres artículos que le había pedido. Ella sugirió que contase bien el contenido de la billetera, lo cual hice yo. Había tres monedas de valor de diez pesos cada uno, y siete monedas de valor de un peso cada uno. ¡Uau! ¡Es como magia! Súmalos y tendría treinta y siete pesos, suficientes para los tres pedidos míos. 👏 Le dije a ella la cantidad que había en la billetera y ella me sonrió, pasándome la bolsa, y yo pasándole los treinta y siete pesos. Me dio el cambio de dos pesos. Sin embargo no acepté este. Yo quería que sirviera como propina para ella. Pero esta tampoco aceptó, e insistió que se quedaran conmigo, porque en su tienda no aceptan ninguna propina desde los clientes. Así que le di las gracias y me fui a casa, con la bolsa de comestibles 🍞🍰 y una sonrisa tan grande! 😃


FIN







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